domingo, 21 de enero de 2007

21 DE ENERO DIA DE LA VIRGEN DE LA ALTAGRACIA









Obispos reclaman una nueva sociedad
POR TEOFILO BONILLA www.elnacional.com.do


Los obispos dominicanos exhortaron a la población a ser coherente con la fe y la vida para lograr transformar a la familia, al mundo, el trabajo, la política, la economía, la ciencia, el arte, la literatura, así como los medios de comunicación.
El llamado a un cambio de la sociedad está contenido en la carta pastoral con motivo del Día de Nuestra Señora de la Altagracia titulada "Iniciación Cristiana", de la Conferencia del Episcopado Dominicano, que firman 19 obispos y presentada ayer por monseñores Jesús María de Jesús y Ramón Benito Angeles, vicepresidente y secretario del Episcopado.
De Jesús Moya, obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, y Angeles rehusaron en la rueda de prensa tocar temas políticos, sociales, económicos, argumentando que se abordarán en la carta pastoral de febrero con motivo del Día de la Independencia Nacional.
En el mensaje de los obispos, insisten en pedir a la población integrarse a la formación cristiana para que se acerquen y se encuentren con Cristo.
"El ejemplo de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora del Pueblo Dominicano, que acogió con fe decidida la Palabra hecha carne, es modelo para una sincera y verdadera iniciación cristiana de todos sus hijos e hijas dominicanos", expresa.
La Carta señala que "la fuerte religiosidad popular presente en nuestro pueblo hizo posible la transmisión de los rudimentos de la fe católica. Señales de esto son el interés por el Bautismo, la Eucaristía, y de los símbolos católicos, el amor al Señor, a la Virgen y a los ministros de la Iglesia, así como la vivencia de grandes valores cristianos, entre los que están la bondad, la fraternidad, la solidaridad, la alegría, la honestidad personal, la hospitalidad y la sencillez de vida"
La Conferecnia del Episcopado censura que los laicos no son adecuadamente acompañados por los pastores en el descubrimiento y maduración de su vocación, o se ha ofrecido una catequesis muchas veces divorciada de la comunidad, dejándola como un asunto individual, y originándose una dicotomía entre ser católico y ser Iglesia.
Los obispos señalan que muchos creyentes sienten que han recibido la fe católica por herencia, porque su madre o su padre son muy cristianos y tienen algún ministerio en la Iglesia, pero no llegan a una vivencia personal y comunitaria de su fe en Jesucristo.
"A pesar de los esfuerzos y prácticas de algunos grupos, movimientos, comunidades y agentes de pastoral, nuestra Iglesia en la República Dominicana no ha organizado ni articulado aún un adecuado proceso de iniciación cristiana, sistemático y completo, ni ha implementado de una forma generalizada el Ritual de Iniciación Cristiana de adultos".
La carta pastoral hace hincapié en que la vivencia del compromiso bautismal comprende toda la vida. "Vivimos nuestra relación con Dios haciendo de la vida una oración constante; participamos de la Eucaristía y demás sacramentos hasta el final de la vida; y vivimos los valores del Reino de Dios en el mundo, en la vida social, política, económica y cultural".
Subrayaron que la comunidad es el sujeto de esta nueva evangelización y "tiene como finalidad formar hombres y comunidades maduras en la fe y dar respuesta a la nueva situación que vivimos, provocada por los cambios sociales y culturales de la modernidad"
La carta pastoral la firman Ramón Benito de la Rosa y Carpio,
arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia del Episcopado; Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, y por los obispos eméritos de las diferentes Diócesis.
Así mismo por Jesús María de Jesús Moya, obispo de San Francisco de Macorís; Francisco José Arnaiz, obispo auxiliar mérito de Santo Domingo; José Dolores Grullón Estrella, obispo de San Juan de la Maguana; Antonio Camilo González, obispo de La Vega; Amancio Escapa, obispo auxiliar de Santo Domingo, y Pablo Cedano Cedano, igualmente obispo auxiliar de Santo Domingo.
Además, Gregorio Nicanor Peña, obispo de Nuestra Señora de Higüey; Francisco Ozoria Acosta, obispo de San Pedro de Macorís; Freddy Bretón Martínez, obispo de Baní; Rafael L. Felipe Núñez, obispo de Barahona; Diómedes Espinal de León, obispo de Mao‑Montecristi, y Julio César Corniel Amaro, obispo de Puerto Plata.
Asimismo por los obispos eméritos Juan Félix Pepén, Roque Adames, Juan Antonio Flores Santana, Fabio Mamerto Rivas, y Jerónimo Tomás Abreu Herrera.


Prelado insta trabajar más y gastar menos en política
POR TEOFILO BONILLA






El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Jesús María de Jesús Moya, abogó porque el pueblo dominicano trabaje más, gaste menos dinero e invierta menos tiempo en campañas políticas.
El vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano habló al término de presentar junto a monseñor Ramón Benito Angeles, la carta pastoral "Iniciación Cristiana" con motivo de celebrarse hoy el Día de Nuestra Señora de la Altagracia.
"Nos preocupan los problemas económicos, políticos y sociales, pero no es posible que los dominicanos nos pasemos los cuatro años hablando de política y olvidándonos del trabajo", manifestó.
Dijo que son muchas las personas que hacen campañas y cuando les va mal en unas elecciones, juran que no volverán a hacer política, pero cuando se acercan los comicios se activan en el proselitismo.
De Jesús Moya criticó que en el país se esté hablando tanto de la reelección, cuando hay mucha gente que no le gusta la reelección, mientras los funcionarios se olvidan de sus responsabilidades.
"En República Dominicana somos libre, debe dejarse que cada quien hable del tema que quiera; pero los políticos tienen que dejar a los dominicanos que sean libres, que respeten los principios humanos, éticos y morales", precisó el obispo de la región Nordeste.
Consideró que los problemas de los dominicanos hay que enfocarlos y colocarlos en la palestra pública, y que entre todos se le busque solución, "pero con la participación del Gobierno, los empresarios, los políticos, los obreros, los profesionales y sindicatos para que tengamos un país mejor".
Destacó el Foro Presidencial por la Excelencia de la Educación que terminó el viernes pasado, y espera que las conclusiones no se queden en el aire, porque a través de la educación es que podemos lograr tener la Nación que queremos.
"Ojalá seamos capaces de ponernos de acuerdo todos los grupos, políticos, religiosos, sociales y económicos y en general nuestra sociedad para que el país salga de la pobreza y los escollos que le impiden tener un pleno desarrollo", expresó el religioso.
De Jesús mella puntualizó que los medios de comunicación pueden hacer un gran aporte en ese sentido, contribuyendo a que tengamos una nación mejor, y resaltó que si algo ha crecido y mejorado mucho en el país es la comunicación social.

Clero exhorta reafirmar fe en Día Altagracia

Con motivo de celebrarse hoy el Día de Nuestra Señora de la Altagracia, los obispos invitaron a la población, especialmente a los fieles católicos, a retomar los procesos de la formación cristiana a fin de asumir la fe y propiciar un compromiso consigo mismo, con Dios, con su pueblo y su comunidad.
"Invitamos a todo el Pueblo de Dios a realizar un proceso de iniciación cristiana y de formación permanente, que propicie el primer encuentro con Jesucristo y desemboque en la edificación de una comunidad cristiana madura, que genere los servidores, misioneros y misioneras, que requiere el mundo de hoy para su transformación", expresan los obispos.
Al mismo tiempo sostienen que a pesar de los esfuerzos y prácticas de algunos grupos, movimientos, comunidades y agentes de pastoral, constatamos que nuestra Iglesia en la República Dominicana no ha organizado ni articulado aún, un adecuado proceso de iniciación cristiana, sistemático y completo, ni ha implementado de una forma generalizada el Ritual de Iniciación Cristiana de adultos.
La Conferencia del Episcopado Dominicano la iniciación cristiana propuesta debe revitalizar la Iglesia, por medio del kerygma que provoca una experiencia de Dios, a través de una vivencia en la comunidad cristiana y de una formación doctrinal centrada en la Sagrada Escritura y la doctrina de la Iglesia, apoyadas por el método de la lectio divina, y culmina en la Eucaristía.
Los obispos señalan que las parroquias deben introducir el catecumenado que prepara al Bautismo, tanto de los niños en edad catequística como de los adultos, con sus etapas y objetivos propios. Para ello los ministros ordenados y catequistas deben estudiar cuidadosamente el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA)19 y aprender a manejarlo.
" Debemos ofrecer a nuestros catequistas de adultos una adecuada formación, que le capacite en el acompañamiento a los catecúmenos y en su integración a la comunidad.20
y recuerda que es obligatoria la catequesis para el adulto o niño, que entrado en uso de razón, desee recibir el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, y para los ya bautizados puede servir de mucha ayuda una catequesis postbautismal a modo de catecumenado, que vuelva a proponer algunos elementos del Ritual de la Iniciación Cristiana para Adultos.
La carta pastoral fue presentada y comentada por el vicepresidente de la Conferencia del Episcopado, monseñor Jesús María de Jesús Moya, obispo de San Fracisco de Macorís y por monseñor Ramón Benito Angeles, secretario de la Conferencia.
Los prelados en su carta pastoral, con motivo de la fiesta de Nuestra señora de la Altagracia, protectora del Pueblo Dominicano, reflexionan en temas eminentemente cristianos y opinan que aunque muchos han recibido los Sacramentos de iniciación cristiana, no han recibido el primer anuncio, el kerigma, que les lleve al encuentro con el Dios vivo.
y recuerdan que el documento emitido en Santo Domingo con motivo de la Cuarta Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) que presenta esta realidad, cuando dice que "la mayor parte de los bautizados no han tomado aún conciencia de su pertenencia a la Iglesia. Pocos asumen los valores cristianos como un elemento de su identidad cultural y por lo tanto no sienten la necesidad de un compromiso eclesial y evangelizador.
Agregan que como consecuencia, el mundo del trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, del arte, de la literatura y de los medios de comunicación social no es guiado por criterios evangélicos. Así se explica la incoherencia que se da entre la fe que dicen profesar y el compromiso real en la vida.
" Se comprueba, además, que los laicos no son siempre adecuadamente acompañados por los Pastores en el descubrimiento y maduración de su propia vocación, o bien se ha ofrecido una catequesis, muchas veces divorciada de la comunidad, dejándola como un asunto individual, persistiendo así una dicotomía entre ser católico y ser Iglesia", citan.
Y continúan señalando que en algunos hogares no se valoran los sacramentos de la Confirmación y la Eucaristía y se quedan sólo con el Bautismo, pensando que ahí terminó todo y que ya "han cumplido". La irregularidad de las familias y su débil vivencia de fe influyen en esta realidad.
A juicio de los obispos muchos creyentes sienten que han recibido la fe católica por herencia, porque su madre o su padre son muy cristianos y tienen algún ministerio en la Iglesia y no llegan a una vivencia personal y comunitaria de su fe en Jesucristo. Muchos se conforman con la participación en algunas celebraciones eucarísticas algunas veces al año y en fiestas o acontecimientos especiales.
Agregan que para complementar las indicaciones y orientaciones de esta Carta Pastoral y para lograr la formación cristiana deseada, es decir, aquella que lleve al encuentro personal con Cristo y a la coherencia entre la fe y la vida, a transformar la familia, el mundo del trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, del arte, de la literatura y de los medios de comunicación social pedimos a la Comisión Nacional de Catequesis (CONACA) que elabore subsidios de iniciación cristiana, catecumenado y lectio divina, antes y después de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, y los ponga a disposición de todas nuestras diócesis.
Entienden que una grave responsabilidad ofrecer a los nuevos bautizados el testimonio de una comunidad fervorosa, donde el adulto bautizado, que lleva consigo una energía nueva y el entusiasmo de la fe, encuentre el Evangelio vivido. "Sería una desilusión para él, si, después de ingresar en la comunidad eclesial encontrase en la misma una vida que carece de fervor y sin signos de renovación.
Expresan que el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, constituyen el conjunto de los "Sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad, aunque se reciban por etapas, debe ser salvaguardada. Todos los fieles debemos ser conscientes de que la recepción de estos sacramentos es necesaria en la vida de los discípulos del Señor.
Al mismo tiempo ponen en manos de todo el pueblo de Dios todas estas iniciativas, concretizado en nuestras comunidades y nuestros agentes de pastoral. Toda la Iglesia saldrá enriquecida con discípulos del Señor capaces de lograr la comunión y dispuestos para la misión. Haremos vida nuestro lema: "Discípulo del Señor, acoge al cercano y busca al lejano". " Que la Virgen de la Altagracia, Protectora de nuestro pueblo dominicano y modelo de los discípulos de su Hijo, nos guíe en este camino, concluyen.
La pastoral esta firmada por monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio Arzobispo de Santiago de los Caballeros, Presidente Conferencia del Episcopado Dominicano, por su eminencia cardenal Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América,y por los monseñores Juan Félix Pepén,obispo Auxiliar Emérito de Santo Domingo, Roque Adames, Obispo Emérito de Santiago de los Caballeros, Juan Antonio Flores Santana,Arzobispo Emérito de Santiago de los Caballeros, Fabio Mamerto Rivas, Obispo Emérito Barahona, Jerónimo Tomás Abreu Herrera,Obispo de Mao-Montecristi, Jesús María de Jesús Moya,Obispo de San Francisco de Macorís, Francisco José Arnaiz,Obispo Auxiliar Emérito de Santo Domingo, José Dolores Grullón Estrella,Obispo de San Juan de la Maguana.
Tambien por monseñor Antonio Camilo González, obispo de La Vega,monseñor Amancio Escapa, Obispo Auxiliar de Santo Domingo,Pablo Cedano Cedano,Obispo Auxiliar de Santo Domingo
Gregorio Nicanor Peña,Obispo de Nuestra Señora de la Altagracia, Higüey, Francisco Ozoria Acosta,Obispo de San Pedro de Macorís, Freddy Bretón Martínez,obispo de Baní
Rafael Felipe Núñez,Obispo de Barahona, Diómedes Espinal de León,Obispo de Mao-Montecristi, Julio César Corniel Amaro Obispo de Puerto Plata.
Advocaciones marianas en la República Dominicana
Nuestra Señora de la Altagracia
La Virgen de la Altagracia es la Protectora del Pueblo Dominicano (por confusión, muchas personas piensan que es la Patrona del país; la Virgen de las Mercedes es la Patrona). Su devoción, por parte de la población católica, se inició en el país durante el período colonial, de donde pasó a otras regiones de América..
El 12 de mayo de 1512 es erigida en parroquia la villa de Salvaleón de Higüey por el obispo de Santo Domingo, García Padilla. Para esa época, se instalaron en Higüey los hermanos Alonso y Antonio de Trejo, naturales de Placencia, en Extremadura (España), quienes fundaron un trapiche para producir azúcar. Al mudarse estos hermanos a la villa de Higüey, trajeron consigo la imagen de la Virgen de la Altagracia y, más tarde, la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla.
En su relación del año de 1650, el canónigo Luis Gerónimo de Alcócer dice:
“La ymagen miraculosa de nuestra Señora de Alta Gracia está en la villa de Higüey, como treynta leguas desta Ciudad de Santo Domingo; son innumerables las misericordias que Dios Nuestro Señor a obrado y cada día obra con los que se encomiendan a su Santa ymagen: consta que la trayeron a esta ysla dos hidalgos naturales de Placencia en Extremadura, nombrados Alonso y Antonio de Trexo que fueron de los primeros pobladores desta ysla, personas nobles como consta de una cédula del Rey Don Felipe Primero, año de 1506, en que encomienda al Governador desta Ysla que los acomode y aproveche en ella, y aviendo esperimentado algunos milagros que avia hecho con ellos la pusieron para mayor veneracion en la yglesia parroquial de Higüey, adonde eran vecinos y tenían haciendas. Parece que no quiere Dios Nuestro Señor que salga de aquella villa, porque a los principios embiaron por ella el Arzobispo y cabildo de la Cathedral y se desapareció de vn arca adonde la traian cerrada con veneración y cuidado y el mesmo tiempo se apareció en su yglecia de Higüei adonde solia estar; está pintada en un lienzo muy delgado de media vara de largo y la pintura es del nacimiento y está Nuestra Señora con el Niño Jesús delante y San Joseph a sus espaldas. Y con aver tanto tiempo tiene muy vivos los colores y la pintura como fresca; van en romería a esta santa ymagen de Nuestra Señora de Alta Gracia de toda ysla y de las partes de las Indias que están más serca y cada día se ven muchos milagros que por ser tantos ya no se averiguan ni escriven, algunos en señal de agradecimiento, los hacen pintar en las paredes y otras parte de la yglecia y con ser los menos ya no ay lugar para más; son muchas las lismosnas que se hacen a esta santa yglesia y así está bien proveída de ornamentos y tiene muchas lámparas de plata delante de su santa ymagen”.
Desde principios del siglo 17, y quizás poco antes, la devoción por la Virgen de la Altagracia pasó a Puerto Rico, específicamente a Coamo. Los viajeros que se trasladaban desde la Isla de Santo Domingo a Puerto Rico lo hacían por el "puerto del Higüey" (Boca de Yuma) y atravesaban el Canal de la Mona para llegar al puerto de San Germán. Por temor a los piratas que frecuentaban estos mares y mientras esperaban barcos en el "puerto del Higüey", los viajeros acudían al santuario de la Virgen de la Altagracia en la villa de Higüey, implorando su protección contra los peligros del mar y de los piratas.
Antonio Cuesta Mendoza escribe en el tomo II de su Historia Eclesiástica de Puerto Rico: "De muy antiguo debió haver devotos en esta advocación pues ya para el 1647 le habían erguido una ermita particular [en la villa de San Blas de Coamo]". De hecho, hay evidencia de que esta capilla ya estaba construida para el año 1622, o posiblemente desde antes.
En 1690, los españoles encabezados por Antonio Miniel invadieron el territorio del Oeste y el 21 de enero derrotaron a los franceses en la histórica batalla de la Sabana Real de la Limonade, pereciendo el gobernador francés Cussy en la acción y retirándose luego los españoles a Santiago.
Como las tropas procedentes del Este de la isla elevaron sus plegarias a Nuestra Señora de la Altagracia la víspera del combate, al verse triunfantes iniciaron la celebración de su fiesta religiosa en ese día (21 de enero), en vez del 15 de agosto, costumbre que se ha mantenido a través de las generaciones hasta nuestros días.
En 1692 el arzobispo Isidoro Rodríguez Lorenzo escribió una carta dirigida “a todos los fieles cristianos, estantes y habitantes, vecinos y moradores de este nuestro arzobispado” en donde por primera vez aparece una autoridad eclesiástica aprobando como buena y válida la fiesta de los 21 de enero.
Basílica de Ntra. Sra. de la AltagraciaHigüey (República Dominicana)
Al pasar el tiempo, se perdió el conocimiento del origen de la imagen. Fue el padre Gabriel Benito Moreno del Christo quien años después inventaría la leyenda del "Viejo, los Dos Ríos y del Sueño Misterioso", que el poeta y escritor Rafael Deligne recogió en su obra Encargo Difícil y por igual el escritor y también poeta Juan Elías Moscoso en su obra Chiquitica de Higüey. Pero la leyenda surge debido a vacíos en la historia y, unida a los datos históricos, nos dan una percepción de lo que fue la realidad. La leyenda y la historia se complementan.
A principio del siglo 20, Monseñor Arturo de Meriño, Arzobispo de Santo Domingo, pidió a la Santa Sede la concesión de Oficio Divino y Misa Propia para el día de la Virgen de la Altagracia suplicando, además, que fuese como festividad de precepto los 21 de enero, ya que los 15 de agosto no se podía pues la Iglesia Católica celebraba en esa fecha el Misterio de la Asunción de la Virgen a los Cielos. El pedimento fue aprobado y la concesión es efectiva para toda la Arquidiócesis de Santo Domingo. El 21 de enero fue declarado oficialmente día no laborable y de fiesta nacional en todo el territorio nacional durante el gobierno de Horacio Vásquez.
La imagen de Nuestra Señora de Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces. El 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío Xl, sobre el Baluarte 27 de Febrero o Puerta del Conde fue canónicamente coronada Nuestra Señora de la Altagracia, traída desde su Santuario de la Villa de Higüey, hasta la Capital de la República
El Papa Juan Pablo II, durante su visita al país, coronó personalmente el 25 de enero de 1979 a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la virgen.
La advocación de la Virgen de Altagracia es muy popular, concurriendo a su santuario todos los años numerosas romerías que van desde los más apartados confines de la isla a ofrendarle los votos y promesas hechas en momentos de tribulación. Su santuario se encuentra en la ciudad oriental de Salvaleón de Higüey.
EL LIENZO DE NUESTRA VIRGEN DE LA ALTAGRACIA
El lienzo del cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia es pequeño y según la opinión de los expertos es una obra primitiva de la escuela española pintada a finales del siglo XV o muy al principio del XVI. No se conoce ningún documento que se refiera al origen del lienzo y en los testimonios de información hechos en Santo Domingo a instancias de Simón de Bolívar, en 1569, mayordomo del Santuario de Higüey, no se consigna nada al respecto. El arzobispo Francisco de Cueba y Maldonado, quien se preocupó por la conservación del cuadro, dijo que él sólo sabía lo que contaba la tradición popular.
El cuadro mide unos 42 centímetros de ancho por 54 centímetros de alto y completa la estampa de Apocalipsis 12. Muestra a la “mujer” de Apocalipsis 12:5 que acaba de dar a luz un Hijo, con San José al lado. Tiene la corona de 12 estrellas, simbolizando los doce apóstoles; muestra la “alta gracia” de María, ser Madre de Dios, reina de la iglesia y del cielo, simbolizado por las estrellitas de su manto. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurado en 1978, pudiéndose apreciar ahora toda su belleza y su colorido original, pues el tiempo, con sus inclemencias, el humo de las velas y el roce de las manos de los devotos, habían alterado notablemente la superficie del cuadro hasta hacerlo casi irreconocible.
El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana. Un desconocido artista del siglo XVIII construyó esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmaltes, probablemente empleando para ello algunas de las joyas que los devotos han ofrecido a la Virgen como testimonio de gratiud.
La Leyenda
Según la tradición narrada por Monseñor Juan Pepén en su libro "Donde floreció el naranjo",
Cuando todavía se encontraban restos de la indígena raza en región de Hicayagua, vivía con su familia en Higüey uno de los antiguos colonizadores españoles, que difrutaba de una buena fortuna y gozaba de merecida fama y del aprecio y estima de las altas dignidades de la colonia.
Tenía la costumbre de viajar a la ciudad de Santo Domingo, en épocas señaladas, con el objeto de vender su ganado para proveerse de los menesteres de su hogar.
En una ocasión, y a principio de enero, el buen padre emprendió uno de esos viajes, trayendo el encargo de sus dos hijas, jóvenes ambas. La mayor, alegre y muy dada a los divertimientos pidió que le llevase vestidos, cintas, encajes y otros aderezos; la otra, apenas en las catorce primaveras de la vida, y a quien llamaban la Niña en el lugar, era, por el contrario, de espíritu recogido, entregada a las prácticas religiosas, encargó a su padre una imágen de la Virgen de Altagracia, que había visto en sueños.
Extraña fue para él, que nunca había oído hablar de tal Virgen, la petición de su hija; pero así y todo, ella afirmó que la encontraría en su viaje.
De regreso a sus predios, con los regalos de la hija mayor, llevaba el amoroso padre el hondo pesar de no haber conseguido la Virgen de Altagracia para la Niña. La había buscado por todas partes, y no encontrándola, la solicitó de los Canónigos del Cabildo y aún del mismo Arzobispo, quienes le contestaron que no existía tal advocación.
Al pasar por la localidad Los Dos Ríos, pernoctó en la casa de un viejo amigo. Mientras cenaba con la familia, refirió el caso de la Virgen desconocida, manifestando el sentimiento de aparecerse en su casa sin llevar el encargo que le había hecho su hija predilecta.
Entonces, un viejo de barba blanca, que había pedido le dejasen pasar allí la noche, desde el apartado rincón en que estaba sentado, se puso en pie y, adelantándose hacia la mesa de los comensales, dijo: "¿Qué no existe la Virgen de Altagracia? Yo la traigo conmigo." Y echando mano de su alforja, sacó el pergamino y desenvolvió la pintura en lienzo de una preciosa imagen que era la de María adorando a un recién nacido que estaba en sus pies en una cuna.
Luego, el afortunado padre, viendo realizado el ideal de su fervorosa hija, reiteró sus promesas al generoso peregrino, invitándole a que pasase a su casa cuando quisiera para recibir la recompensa de su donativo. Al rayar la aurora del nuevo día, se despertó la recocijada familia, y cuál fue su sorpresa al buscar y no encontrar por ninguna parte al misterioso aparecido.
Cuenta la tradición que, acompañada la piadosa doncella de varias personas, recibió a su padre en el mismo lugar donde hoy se encuentra el Santuario de Higüey, y que, lleno de alborozo en sus salutaciones, entregó aquél a su hija el tan esperado regalo.
Ella, al pie del naranjo que aún se conserva a pesar de los siglos, mostró a los concurrentes en aquél día 21 de enero, su soñada imagen y, desde ese momento, quedó establecido el venerado culto de la Virgen de Altagracia, confundida en sus principios con el nombre de la "Virgen de la Niña".

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