miércoles, 6 de febrero de 2008

COMUNICADOR INTERACTIVO EN LA POLITICA INTERNACIONAL


McCain se consolida entre los republicanos pero sus contrincantes siguen
Suspense hasta el final: Hillary y Obama mantienen el empate
REYES MADRID

Obama 13, Clinton 9.


Esto es lo que ha dado de si el “Supermartes” de las primarias norteamericanas en 22 estados, pero la senadora Clinton se ha embolsado Nueva York y California los dos estados que proporcionan mayor número de delegados. La carrera se desenvuelve en un pañuelo en el campo demócrata y en opinión de muchos expertos no ha hecho más que empezar.
Los fantásticos resultados de Barack Obama desde que comenzaron las primarias traducen principalmente, aunque de modo poco elaborado todavía, un imparable deseo de cambio en los Estados Unidos y la vertiginosa evolución del juicio de las bases demócratas a favor del candidato afroamericano. El joven senador por Illinois obtuvo 625 delegados para la Convención del partido en agosto y ha dado un buen paso adelante en el arduo camino para obtener la investidura como candidato presidencial en noviembre.La gran favoritaHillary, la gran favorita hasta hace poco, con 725 compromisarios no logra superar el práctico empate técnico de las dos últimas semanas y deja la batalla abierta y sin desenlace seguro. McCain, seguro aspirante Tal y como se pronosticaba universalmente, el candidato republicano John McCain toma una gran ventaja adicional sobre el segundo en liza, Mitt Romney y salvo cataclismo, será el campeón republicano para el duelo del cuatro de noviembre. McCain se beneficia sobre todo de la ausencia en el campo conservador de un aspirante sólido, renovador o cautivador, al modo de Ronald Reagan en 1980, cuando obtuvo la candidatura solo porque supo pasar un mensaje cordial, claro y elemental que le convirtió en un presidente intelectual y políticamente limitado pero muy popular. Clinton, él y ella Una de las lecciones de lo sucedido el martes, tras escrudiñar bien sobre qué han hecho los votantes hispanos y afroamericanos es que su voto, más transversal de lo que parece al margen de identidades comunitarias, es que la gente ha comenzado a dudar sobre la condición de Hillary Clinton, los Clinton según la teoría desdichada del “dos por uno”, para encabezar la renovación. Hillary es percibida como parte del establishment nwashingtoniano. En términos coloquiales, un poco más de lo mismo, aunque las diferencias con la impresentable administración Bush serían muy grandes.Recuerdos ingratosDe Hillary se recuerdan dos cosas: su fracaso como reformadora de la seguridad social (cobertura sanitaria) encargada por su marido el presidente Clinton en la primera presidencia, cuando era ministro de Trabajo el muy progresista Robert Reich. Ella debió rendirse ante el poder del dúo industria farmacéutica-compañías de seguros y Reich, la gran esperanza de los demócratas sociales y uno de los inspiradores del ala izquierda del partido, dejó el gobierno cuando comprendió que las conveniencias electorales de Bill Clinton para su segundo mandato eran incompatibles con sus criterios.Barack, el de ChicagoFrente a ese cliché, ha funcionado el de Obama como activista y trabajador social voluntario en los barrios negros y paupérrimos de Chicago en los ochenta. Una suerte de conversión para el prometedor joven que estudió derecho con gran aprovechamiento en Columbia y Harvard pero intuyó donde estaba su deber. En estas circunstancias, el duelo entre una demócrata clásica, del aparato y que votó la invasión de Irak y un outsider casi recién llegado, intuitivo y sin ataduras, se presenta largo y socialmente muy útil y rompedor. Los republicanos, con alguna sorpresaEntre los republicanos la cosa es más simple: el millonario Mitt Romney parece haber tenido suerte con la adversa coyuntura económica porque él, gestor de éxito, parece más apto para encararla que el senador McCain. El pastor Huckabee, el tercero en discordia, aunque sin esperanzas, se mantiene en la carrera gracias al voto religioso del sur.Pero no es bastante: las credenciales del Great and Old Party deben ser claramente de derecha y atentas a la dimensión moral y confesional de los votantes. Ahora hay una apuesta explícita de McCain y los suyos para acreditar al candidato como claramente conservador, acusado como está de ser un poco liberal subrepticiamente. Pese a todo MaCain se siente ya nominado.Suspense hasta el finalEs, pues, en el universo demócrata donde están la emoción y la posibilidad de un cambio general de conducta capaz de abolir los hábitos del desdichado periodo de Bush y sus neocon. La Convención de Denver en agosto hará algo más que contar las delegaciones de voto obtenidas durante la campaña. Tendrá que convencer – y esto se olvida a veces – a ese quinto, más o menos, de los llamados “superdelegados” no elegidos, unos ochocientos, cuyo voto puede ser decisivo. El anhelo de cambio expresado por gran parte de la opinión debe ser ahora encauzado por una candidatura demócrata de peso, solvente y práctica. Algunos observadores diagnostican que un excesivo enfrentamiento en las filas demócratas se traduciría en el consiguiente beneficio para McCain…pero hay encuestas para todos los gustos: un sondeo difundido el domingo por The Washington Post, con una muestra limitada y margen de error considerable, dice que McCain ganaría a Clinton por cuatro puntos, pero perdería frente a Obama por dos. …En fin queda aún mucha tela que cortar.

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