Voracidad
Hay una parte del comercio y la industria que se queja frecuentemente de lo que denominan voracidad fiscal del Gobierno.
Se trata de los mismos sectores que alegan que la economía no anda bien, que la presión fiscal ha deprimido sus ventas y estarían perdiendo dinero.
Lo que no dicen esos sectores es que de la manera más desconsiderada se están quedando con dinero que no les pertenece.
No dicen que la entrada en vigencia del DR-CAFTA suprimió los aranceles de 4,327 renglones que intervienen en la producción así como productos terminados.
No dicen que se están quedando con lo dejado de pagar desde que fue suprimida la Comisión Cambiaria y con el descenso en el monto del ITBIS derivado de la supresión de aranceles, Factura Consular y la propia Comisión Cambiaria.
-II-
Un aviso publicado este jueves por la Dirección General de Aduanas y la Secretaría de Hacienda deja bien claro que los beneficios del DR-CAFTA que deberían ir a las manos de consumidores y usuarios se están quedando en los bolsillos de comerciantes e industriales.
Nos parece que la denuncia pura y simple de esta desfachatez no arregla las cosas y que hay que adoptar medidas drásticas para hacer que el comercio "desmonte" los precios en la proporción correspondiente, en beneficio de los consumidores.
Existe la Ley General de los Derechos del Consumidor o Usuario (número 358-05), cuyo nombre explica suficientemente su espíritu y finalidad. Esa ley traza las pautas para la creación de un instituto que se encargaría de hacerle frente a los abusos.
Lo que corresponde, además de denunciar los atropellos del comercio, es poner en servicio los instrumentos que ya existen para castigar el exceso de ganancias a costa de los consumidores.
-III-
Los nuevos esquemas comerciales y la globalización de la economía han suprimido los controles de precios y es, al menos en teoría, la dinámica entre oferta y demanda la que determina los precios.
En la práctica, sin embargo, el principal factor determinante en los precios es la voracidad de industriales y comerciantes y en segundo orden una intermediación abundante y no menos voraz.
Generalmente los costos alegados por el comercio no se corresponden con la realidad, sobre todo para fines de ajustes de orden fiscal.
Lo que está ocurriendo con los precios de muchos artículos, que continúan altos a pesar de que han debido bajar por los desmontes de aranceles y otras cargas, es una muestra de esa voracidad. Entendemos que la respuesta del Gobierno debe ser más contundente y convincente que la simple denuncia.
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