Por JUAN TAVERAS HERNANDEZ
Los estudiosos de las ciencias sociales bien podrían escribir un libro sobre la visión que tiene el presidente Leonel Fernández del sistema democrático porque rompe con todo lo establecido por los clásicos desde la época de Aristóteles en la antigua Grecia.
"La Democracia, Según Leonel", como si fuera un nuevo evangelio político, bien podría ser el titulo.
Para Fernández la Democracia no es gobierno del pueblo para el pueblo, donde la minoría se subordina a la mayoría, donde el Estado está dividido en tres poderes, cada uno independiente del otro para que todos los sectores económicos, políticos, religiosos y raciales estén de alguna manera representados.
El presidente Fernández invierte los factores políticos creyendo que no alteran sistema, que no vulneran ni cambian su esencia, que basta el poder para violar las leyes aun sea utilizando la fuerza o el dinero del pueblo para corromper opositores.
He dicho una y otra vez que el presidente Fernández no es un demócrata, que no cree que la mayoría debe estar por encima de la minoría, que es el pueblo quien da el poder y por lo tanto es quien tiene autoridad para quitarlo. No existe un mecanismo a través del cual el pueblo pueda, libremente, revocar el mandato del Presidente, no importa que tan malo e impopular sea.
El presidente Fernández insiste en negarle al pueblo ese derecho democrático de dar y de quitar el poder cuando lo estime conveniente, como ocurre en muchos otros países.
Como es ya su costumbre, Fernández dice una cosa cuando está en la oposición, pero tan pronto llega el poder cambia radicalmente, se contradice y se niega a si mismo. Todo lo que es malo cuando está abajo pasa a ser bueno cuando está arriba.
Reclama participación democrática, exige institucionalidad y respeto por las leyes en la oposición, pero tan pronto llega al gobierno desconoce los fundamentos democráticos, viola la ley y se coloca de espaldas al pueblo.
El presidente Fernández sometió al país una tercera reforma fiscal que fue rechazada por todos los sectores económicos, políticos y sociales. Sin embargo la impuso. ¿Qué pasó con el consenso y con monseñor Agripino Núñez Collado?
Apoyado por el Presidente de la República el secretario de Interior y Policía ha impuesto el terror en las calles del país para lo cual ha creado una policía paralela que anda cerrando negocios y atropellando ciudadanos en franca violación a la Constitución y sus leyes adjetivas. Es un estado de terror lo que hay, una dictadura que no es sólo mediática, es de hecho en muchos aspectos de la vida política y económica.
La construcción del Metro de Santo Domingo es una de las obras más repudiadas por todos los dominicanos. Pero el presidente Fernández dijo que la obra se realizaría por encima de todos, que no había fuerza humana capaz de hacerlo detener el Metro. Otra vez impone su poder. La ley otorga al Congreso, a la Suprema Corte de Justicia, a los Ayuntamientos, un porcentaje del Presupuesto Nacional. Pero el Presidente viola la ley y hasta la propia Constitución que nadie sabe para qué rayos quiere modificar si al fin y al cabo no la respeta y la trata como si fuera un pedazo de papel de inodoro o de letrina.
En su programa de gobierno el presidente Fernández propone "propiciar la Asamblea Constituyente, compuesta por miembros electos libremente por la ciudadanía, como un órgano de amplia base popular que sea, por eso mismo, una genuina expresión de la democracia".
Ese planteamiento lo hacía el presidente Fernández en la oposición, cuando su partido apenas tenía un senador y dos o tres diputados. En ese momento la Constituyente era buena por la fuerza del PLD en la sociedad civil. Pero ahora que obtuvo mayoría en el Congreso, con cinco mil millones de pesos del pueblo, 22 senadores y más de 90 diputados, quiere Asamblea Revisora. ¿Cómo es posible que alguien pueda actuar de esa manera, qué intente tomarnos el pelo, insultar nuestra inteligencia? Y lo que es aun peor, ¿cómo es que dirigentes políticos opositores, que profesionales de nivel y de respeto se presten a ese juego que tanto daño le hace a la democracia, que tanto daño le hace al sistema de partido, que tanto lesiona la imagen de la dirección política?
La decisión del PRD, del PRSC y de una buena parte de la sociedad civil, es la misma del PLD cuando estaba en la oposición. No es el PRD quien actúa mal, no es el PRD quien se irrespeta e irrespeta al pueblo, es el PLD, es el presidente Fernández que un día dice una cosa y otro día dice otra.
La Consulta Popular fue un fracaso en términos cuantitativos y cualitativos. La gente no se chupó el caramelo.
De todos modos, un 62 por ciento de los consultados dijo que la Constituyente es la vía idónea para modificar la Constitución de la República. Es decir, la mayoría. ¿Cómo se pretende ignorar ese hecho inequívoco, esa aspiración popular? ¿Otra vez pretende el gobierno y el presidente Fernández desconocer la voluntad popular de una Asamblea Constituyente para modificar la Constitución de la República? ¿Otra vez la fuerza? ¿Otra vez la arrogancia y la prepotencia del poder?
Monseñor Agripino Núñez Collado debe escribir el texto "La Democracia, según Leonel", para que entender que donde dice "si", es "no". Y viceversa. Que donde dice ?blanco? es ?negro?. Y viceversa. Que donde dice "amigo", es "enemigo". Y viceversa.
De esa manera nadie se equivocará. Todos sabremos a qué atenernos cuando hable ¡El Presidente!
"La Democracia, Según Leonel", como si fuera un nuevo evangelio político, bien podría ser el titulo.
Para Fernández la Democracia no es gobierno del pueblo para el pueblo, donde la minoría se subordina a la mayoría, donde el Estado está dividido en tres poderes, cada uno independiente del otro para que todos los sectores económicos, políticos, religiosos y raciales estén de alguna manera representados.
El presidente Fernández invierte los factores políticos creyendo que no alteran sistema, que no vulneran ni cambian su esencia, que basta el poder para violar las leyes aun sea utilizando la fuerza o el dinero del pueblo para corromper opositores.
He dicho una y otra vez que el presidente Fernández no es un demócrata, que no cree que la mayoría debe estar por encima de la minoría, que es el pueblo quien da el poder y por lo tanto es quien tiene autoridad para quitarlo. No existe un mecanismo a través del cual el pueblo pueda, libremente, revocar el mandato del Presidente, no importa que tan malo e impopular sea.
El presidente Fernández insiste en negarle al pueblo ese derecho democrático de dar y de quitar el poder cuando lo estime conveniente, como ocurre en muchos otros países.
Como es ya su costumbre, Fernández dice una cosa cuando está en la oposición, pero tan pronto llega el poder cambia radicalmente, se contradice y se niega a si mismo. Todo lo que es malo cuando está abajo pasa a ser bueno cuando está arriba.
Reclama participación democrática, exige institucionalidad y respeto por las leyes en la oposición, pero tan pronto llega al gobierno desconoce los fundamentos democráticos, viola la ley y se coloca de espaldas al pueblo.
El presidente Fernández sometió al país una tercera reforma fiscal que fue rechazada por todos los sectores económicos, políticos y sociales. Sin embargo la impuso. ¿Qué pasó con el consenso y con monseñor Agripino Núñez Collado?
Apoyado por el Presidente de la República el secretario de Interior y Policía ha impuesto el terror en las calles del país para lo cual ha creado una policía paralela que anda cerrando negocios y atropellando ciudadanos en franca violación a la Constitución y sus leyes adjetivas. Es un estado de terror lo que hay, una dictadura que no es sólo mediática, es de hecho en muchos aspectos de la vida política y económica.
La construcción del Metro de Santo Domingo es una de las obras más repudiadas por todos los dominicanos. Pero el presidente Fernández dijo que la obra se realizaría por encima de todos, que no había fuerza humana capaz de hacerlo detener el Metro. Otra vez impone su poder. La ley otorga al Congreso, a la Suprema Corte de Justicia, a los Ayuntamientos, un porcentaje del Presupuesto Nacional. Pero el Presidente viola la ley y hasta la propia Constitución que nadie sabe para qué rayos quiere modificar si al fin y al cabo no la respeta y la trata como si fuera un pedazo de papel de inodoro o de letrina.
En su programa de gobierno el presidente Fernández propone "propiciar la Asamblea Constituyente, compuesta por miembros electos libremente por la ciudadanía, como un órgano de amplia base popular que sea, por eso mismo, una genuina expresión de la democracia".
Ese planteamiento lo hacía el presidente Fernández en la oposición, cuando su partido apenas tenía un senador y dos o tres diputados. En ese momento la Constituyente era buena por la fuerza del PLD en la sociedad civil. Pero ahora que obtuvo mayoría en el Congreso, con cinco mil millones de pesos del pueblo, 22 senadores y más de 90 diputados, quiere Asamblea Revisora. ¿Cómo es posible que alguien pueda actuar de esa manera, qué intente tomarnos el pelo, insultar nuestra inteligencia? Y lo que es aun peor, ¿cómo es que dirigentes políticos opositores, que profesionales de nivel y de respeto se presten a ese juego que tanto daño le hace a la democracia, que tanto daño le hace al sistema de partido, que tanto lesiona la imagen de la dirección política?
La decisión del PRD, del PRSC y de una buena parte de la sociedad civil, es la misma del PLD cuando estaba en la oposición. No es el PRD quien actúa mal, no es el PRD quien se irrespeta e irrespeta al pueblo, es el PLD, es el presidente Fernández que un día dice una cosa y otro día dice otra.
La Consulta Popular fue un fracaso en términos cuantitativos y cualitativos. La gente no se chupó el caramelo.
De todos modos, un 62 por ciento de los consultados dijo que la Constituyente es la vía idónea para modificar la Constitución de la República. Es decir, la mayoría. ¿Cómo se pretende ignorar ese hecho inequívoco, esa aspiración popular? ¿Otra vez pretende el gobierno y el presidente Fernández desconocer la voluntad popular de una Asamblea Constituyente para modificar la Constitución de la República? ¿Otra vez la fuerza? ¿Otra vez la arrogancia y la prepotencia del poder?
Monseñor Agripino Núñez Collado debe escribir el texto "La Democracia, según Leonel", para que entender que donde dice "si", es "no". Y viceversa. Que donde dice ?blanco? es ?negro?. Y viceversa. Que donde dice "amigo", es "enemigo". Y viceversa.
De esa manera nadie se equivocará. Todos sabremos a qué atenernos cuando hable ¡El Presidente!
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